Gobierno, empresa privada y sistema financiero deben trabajar en conjunto para apoyar a los sectores productivos del país, con el fin de poder autoabastecer la nación y contar con excedente para exportar. Es el momento de transformar una adversidad en una oportunidad.
He estado pensando mucho en el tema de la seguridad alimentaria durante toda la pandemia, así que decidí escribir unos párrafos esclarecedores sobre el tema. Como asesor de negocios industriales, este es un tema que me apasiona pues he estado vinculado a la industria procesadora de alimentos toda mi vida, desde la infancia.
Para empezar por lo más básico, definamos de qué se trata. Seguridad Alimentaria no es otra cosa que la capacidad de producir en tu propio país los alimentos -frescos y procesados- que necesitan sus habitantes, en cantidades y calidad suficiente, sin dependencia externas, para asegurar la alimentación de la nación. Sencillamente es garantizar que con los medios y recursos que se tienen que se puede subsistir sin importar alimentos.
Pero este desafío no es nuevo ni fácil de superar. Por algo es el segundo objetivo de desarrollo sostenible para el 2030 definido por las Naciones Unidas. A la fecha de aparición de la pandemia por Coronavirus (COVID-19), ya existían en el mundo cerca de 900 millones de personas con deficiente acceso a una alimentación suficiente y adecuada.
Con un plazo aún indefinido para la superación de la pandemia y crecientes necesidades de alimentación, coincido con los expertos que ven necesaria una concertación nacional de todos los sectores involucrados: Gobierno, empresas privadas, agroindustria y sistema financiero, que tienen que hacer un esfuerzo para trabajar en conjunto y dar resultados. Los planes de seguridad alimentaria son programas macro, considerados parte de la seguridad nacional.
La mayoría de nuestros países latinoamericanos tienen problemas de seguridad alimentaria, potenciados por la pandemia, y los que no tomen medidas en el asunto para resolver sus debilidades dependerán cada vez más de una importación que resultará muy costosa e inestable, más cuando todos los países han tenido y tienen problemas en sus balances comerciales.
Resultados a CORTO, MEDIANO y LARGO plazo.
Sin embargo, adoptar medidas que encaminen un país hacia una seguridad alimentaria sostenible no se logra de la noche a la mañana, porque no es posible producir un impacto inmediato. Una política de este tipo requiere de inversión. Y esa es una de las dificultades más grandes porque, en este momento, todos los países tienen problemas económicos derivados de la pandemia.
Algunos países ya poseen infraestructuras básicas que no han usado por la facilidad del mercado de importación frente al de producción nacional, por ejemplo: centros de acopio, cadenas de frio, mercados municipales, etc. estos lugares se pueden convertir muy rápidamente en centros de almacén y transformación en productos no perecederos cono salsas, conservas y así combatir a tiempo el problema de alimentación en épocas donde no exista cosechas. Esto es CORTO PLAZO, y el MEDIANO y LARGO son políticas de sembrar y crecer todos los años en planes de siembra e incentivos agroindustriales, crear más empresas procesadoras y envasadoras de alimentos.
En nuestros mercados es necesario elaborar un plan de emergencia para avanzar. Y una medida común es darle prioridad al producto nacional para proteger la producción campesina. En este contexto, el Estado debe dar su apoyo con opciones para que la banca pueda favorecer el potencial de cada país para la producción, poder usar esa cartera agrícola que muchas veces se queda sin clientes.
Históricamente, el avance de una seguridad alimentaria sostenible y eficiente se ha topado con problemas de fondo en nuestros países de América Latina. Hasta ahora, los gobiernos habían sido pocos receptivos, siempre impulsados por la necesidad de proveer alimentación rápida a sus pueblos, importando, lo cual ha ido incrementando las dependencias externas, que hoy son un riesgo. Es nuestro deber buscar soluciones. ¿Qué opinas?
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